lunes, 21 de diciembre de 2009

Reposera para uno

En mi respaldo se asoman silencios y horas retrasadas,
supuestos aprendizajes de bancarte el frío sin brazos rodeándote,
risas para dos té en uno sólo,
delirios vespertinos para callarse en mis ojos.
Ningún espejo de la ciudad nos nombra amantes.
En algún punto, de los tantos que se licuan noche a noche,
debe estar.
Él que se hace esperar para reconocerlo,
como un sombrero que fue dibujado para una sóla cabeza,
que niega, dice sí, dice no, afirma,
que el cielo es más siniestro,
cuando es tan imneso,
como para mirarlo con una sola reposera.

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