lunes, 15 de febrero de 2010

Ofelia o la virtud de los sapos

Embotella pensamientos y minúsculos malestartes, haberes y debes en su guía contable.
El clima la agota, y piensa en los sapos. Sapos que se sumergen en estanques plateados y al unísono, otros batracios, que naden en el mar báltico.
Piensa, recobra energía. Ofelia. Es ella, y nada más que ella. La inoucua y elocuente. La sagaz Ofelia.
Quiere ser un sapo, inspecciona sus virtudes, relojea sus ventajas.
Tiene la ventana abierta. Mira un ángulo de metal, y unas hojas verdes medio putrefactas de humedad. Ofelia se ata el pelo. Espera que le crezca. Hoy pensó en las Malvinas. En los sapos de las Malvinas. En los 653 muertos de Malvinas.
La virtud de los sapos según las runas, y el color de sus espaldas.
En que nadan, y chapotean. En que en algún lado dice que una vez hubo una lluvía de spaos. ¿O eran ranas?
Quiere que llueva. Ofelia esta vez aprendió a nadar. Reescriban Ofelia.
Debe leer lo que dice Berckoff. Debe leerlo. Los sapos no leen Berckoff, sería un mejor título acaso para su obra. Ofelia. No te nombres. No te agites. Ofelia.O la virtud de los sapos, quizás penso ella.

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